Creo que una de las mayores secuelas que nos deja la oposición (aparte de las manías) es una salud un poco resentida. No sé vosotros pero yo desde que estoy opositando tengo muchos más achaques.
Por ejemplo, desde que estudio tengo cierto lumbago y, de vez en cuando, me dan unos dolores de espalda que veo las estrellas al mínimo movimiento. Otra de las cosas es que enfermo con mucha más facilidad; todos los catarros o virus estomacales tienen predilección por mi sistema inmunológico (por mucho actimel que me tome todas las mañanas).
Y el último de todos me pasó hace unas semanas. Fui al médico porque me notaba excesivamente cansada y se me caía bastante el pelo. Ingenua de mí pensé que sería por falta de hierro y que no sería más, pero el médico decidió hacerme unos análisis “porque la vida sedentaria que lleváis los opositores no es nada buena”, me dijo (“No tenía ni idea”. Pensé yo…). Y ahí llegó el principio de todos mis males.
Los análisis dieron que, aunque no tengo nada grave, bien, bien tampoco estoy. Así que me ha dado una lista de “alimentos a evitar” (largísima) y otra de “alimentos a no evitar” (os imagináis: verdura, carne y pescado poco graso y fruta, en resumidas cuentas) y que tengo que hacer ejercicio diario. Yo le expliqué que TODOS los días salgo a correr o andar 5 kilómetros, que me siento mejor cuando me “muevo” y duermo mejor. “Seguro que algún que otro día fallas”, a lo que yo contesté que realmente no, a no ser que esté muy cansada siempre salgo. Así que la respuesta del médico fue: “Pues entonces hay que aprobar cuanto antes”. Conclusión: Tengo que aprobar YA porque la oposición va a acabar con mi salud. Me voy a correr. ¡Feliz fin de semana a todos!